"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 11 de septiembre de 2014

"Catorce puntos"




He pasado cuatro días realizando una actividad absolutamente nueva para mí: he participado de una excursión organizada. Siempre he ido de por libre y confieso que, aunque la experiencia ha tenido sus puntos positivos, no me veo repitiendo.
A lo largo de ese tiempo he conocido gente muy diversa, de diferentes edades, distintas estructuras familiares, dispares intereses... Hasta el punto de que visitando una capital de provincia prefirieron entrar en Zara y similares a la Catedral o cualquier otro centro cultural. Para mí eso es chocante, más que nada en gente de edad similar a la mía, pero me temo que fui de bicho raro en el conjunto.
De lo que va el título de esta reflexión es de cómo me entretuve observando las actitudes de mis compañeros de viaje, de cómo capté en ellos la manifestación tanto de los “pecados capitales” (7) como de las “ virtudes teologales” ( otras tantas).
¿Os suena de qué estoy hablando?
Observé SOBERBIA en personas que quisieron imponer su opinión por encima de la de otros viajeros, impidiendo que muchos de ellos disfrutaran de la inolvidable experiencia de subir a un teleférico. Por el contrario, hallé HUMILDAD en aquéllas que cedieron un sitio más cómodo en el autobús, que aguardaron a servirse los últimos en la mesa para que a nadie le faltara su porción, que disculparon los conatos de trifulca cuando la gente despotricaba porque los planes no salían como estaba previsto...
Observé AVARICIA en los que se negaron a que “perdiéramos” una comida del hotel puesto que la tenían pagada con tal de no costearse un simple bocata y disfrutar de más paradas en las excursiones, los que tildaron de disparate dar dinero para ver una iglesia... Por el contrario, hallé GENEROSIDAD en los que se apresuraron a pagar el café del grupo antes de que juntáramos el dinero entre todos, en los que entretuvieron a los críos para que sus padres pudieran realizar tranquilos las compras, en los que estuvieron atentos a tirarte la foto si no tenías cerca a tu acompañante para que te la hiciera...
Observé LUJURIA en los que rezongaron haberse perdido la visión de una nudista en un precioso paraje del Sella y no pararon hasta ver la fotografía que un avispado logró hacerle con el móvil. Y también CASTIDAD ...aunque esa virtud me resulta un poco ñoña, en la falta de efusiones externas de una pareja gay que, imagino, no quiso dar de qué hablar en la variopinta reunión de extremeños que nos juntamos, y se mostraron con la mayor corrección.
Observé IRA en más de una ocasión, ya que la señora que llevaba la voz cantante  semejaba bipolar , mostrándose ora una Gorgona, ora una encantadora guía de viajes. Pero de su opuesta, la PACIENCIA , también fui testigo en compañeros que aguardaron a que los demás disfrutaran de sus visitas, a que hicieran sus compras sin agobiarles, “echaron un cigarro” mientras los más “tardones” incumplían los horarios...
Observé GULA en los desayunos, cuando algunos se atiborraban pese a no tener “muchas ganas” porque “para eso lo habían pagado”, en los que devoraban lo que les ponían gratis pero se retraían si había que pagar... Y TEMPLANZA, en los que cedían su comida a los que no les gustaba el plato anterior para que al menos disfrutaran de lo que sí les agradaba, en los que no se abalanzaban sobre los platos en cuanto llegaba la comida ni eran exigentes...
Observé ENVIDIA en más de un rostro cuando alguna persona daba muestras de haber viajado más, de tener mejor posición social, incluso por el hecho de vivir en una población mayor...Y hallé, mucha, mucha CARIDAD, en sujetos super cariñosos con los que tenían alguna tara, con los que estaban más solos, con los de mayor edad  en los que asomaban comprensibles manías... A eso sumo el AMOR, que es sinónimo de la caridad, en las manifestaciones cotidianas de algunas parejas entradas en años, en su solicitud para que el otro no pasara frío con el aire acondicionado, para acomodarlo en su hombro a la hora de dormir...Detalles pequeños que me arrancaron imperceptibles sonrisas.
Y, por último, observé PEREZA en los que tenían “mucho morro”, en los que se quedaban los últimos a propósito para cualquier acción que requiriera echar una mano, que “pasaban” de informarse de los planes del grupo y luego nos tenían aguardando...Y DILIGENCIA en los que estuvieron siempre al quite de quien necesitaba qué cosa, en los que ofrecían una manta antes de que sacaras la tuya para librarte del acondicionado frío polar, en los que se preocupaban de que el conductor fuera cómodo y despierto, en los que agradecían sus buenos modos y su simpatía...
En definitiva, en ese pequeño microcosmos fui testigo de  qué somos capaces los seres humanos cuando nos vemos obligados a convivir con desconocidos, de las grandezas de las que hacemos gala y  de las pequeñas miserias...Y debo admitir que, aparte del disfrute de los maravillosos paisajes que retengo en mi retina y en mi corazón, ellos han sido la segunda mejor parte.
Aunque nunca lo sabrán porque no les conté de mi afición por las letras y no son gente de meterse en blogs, les dedico una calurosa sonrisa y este apunte, el cual pese a mostrar un leve tono mordaz lleva implícito también mucho cariño. Evidentemente para los portadores de las virtudes. Hacia el resto, me reservo el sentimiento.







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