"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 7 de enero de 2016

Vínculos


En estos días en que ando sobrada de nostalgia me ha dado por recordar cómo era la vida en mi pueblo cuando era pequeña; quizá porque al estar allí y reencontrarme con las antiguas vecinas de toda la vida y sentir el cariño que vibra entre nosotros me ha llevado a considerar lo afortunada que soy de no haber modificado esa relación que se establece con el entorno más cercano.
No todos los vecinos eran igual, por supuesto, aunque a ninguno le faltó algo si lo necesitó de mis padres, pero los había con los que el vínculo llegó a ser tan de familia que aún perdura el trato y la confianza, pasados de padres a hijos. Una de mis mejores amigas de la infancia vivía justo en la puerta de enfrente; ahora, residiendo ambas en Badajoz, nos vemos más en Don Benito que aquí; y no sólo para tomar café, sino para cruzar la calle y ponernos a cotorrear en ropa de andar por casa, riéndonos de las pintas y poniéndonos al día de cualquier banalidad. Su padre nos dio los primeros cigarrillos mentolados que fumé en mi vida y quedarme a cenar o comer en su mesa era tan natural como que ella lo hiciera en la mía. Por eso no es extraño que sigamos juntas a pesar de los años , de los diferente caminos que encauzamos, en lo malo y en lo bueno. Por desgracia, si mal año fue para mi familia el 2015, peor lo fue para ella. Pero ahí estuvimos, sosteniéndonos y confortándonos.
Con motivo de la presentación de mi libro me saludaron otras vecinas con las que compartí, años ha, ratos de umbral en verano, “tomando el fresco” y cotilleando, regalándonos mutuamente dulces o embutidos de fabricación casera, a las que hice “recados”, evocando a la que nos ponía las inyecciones o nos dejaba usar su teléfono porque era el único de la calle – ¡qué antiguo suena eso, por Dios! y sin embargo, no está tan lejos en el tiempo – Pude saludar a las hijas de Matilde la churrera – no era mote, que vendía churros – a las que llevaba sin ver un montón de años y ya tienen hijos que nos miran alucinados cuando contamos tonterías de nuestra infancia ( ¿por qué será que a los hijos les cuesta tanto imaginarse que sus padres fueron niños también?) A Matilde se le llenaron los ojos de lágrimas viéndonos reunidas y riendo nuestras trastadas. Echó de menos a mi madre, porque no hay nadie en la calle que no la recuerde, que para eso era buena hasta llamarse tonta, que no hubo desamparado que no cobijara o pobre del que no se apiadara. Y presumo con orgullo de que su presencia permanezca intacta, y hasta me gusta que me digan que físicamente me parezco a ella aunque no sea verdad.
Incluso las vecinas menos sociables fueron siempre amables. Podrían no sentarse en la puerta, o no pararse más de la cuenta, pero no nos faltaron los melones en verano ni las sillas para los entierros, que entonces no había tanatorios. Y ahora me paran en la calle y me dan un breve beso y me dicen “ Nos alegramos de tu éxito, Merce, que ya sabemos de ti. Qué buenos hijos crió tu madre”. Y a mí se me parte el alma de satisfacción.
Me queda gente en el tintero, amistades que llegaron después y siempre encontraron un café en la mesa o un punto que aprender de mi madre, o un cacharro que arreglar de mi padre..Por fortuna, mis hermanos se encargan de que la casa siga con la puerta abierta y el mismo ambiente acogedor.
¿Cosas de pueblo? Pues no. Porque en mi rellano viven una pareja y su hijo del que presumo que se siente en mi casa como en la suya; ayer llegó con su prima, nos la presentó y se pusieron a jugar tranquilamente, a sus anchas. Y hoy, por supuesto, recogió sus Reyes. Esos vecinos que están en las buenas – magníficas cenas – y en las malas. Ellos ya saben, pero os aseguro que poca gente goza de la suerte de tener a escasos metros de su casa a dos personas con un corazón tan grande. No sé qué hicimos para recoger, pero desde luego ellos han sembrado, bien hondo. Para que luego digan “ lo que tira es la sangre”. Mi experiencia me dice que la sangre a veces es horchata. La amistad verdadera se forja día a día. Estando. 


"A Isabel y Casi , por ser como son" 

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