"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 12 de enero de 2017

"Sé que estarías de acuerdo"


Recuerdo la mañana en que recibí confirmación de que los Reyes eran los padres. Me levanté con el entusiasmo habitual de otros años y me encontré con...¡Un estuche a rayas! Bonito, sí. Práctico, también. Pero ¿un estuche? Yo ya tenía la mosca detrás de la oreja. Me lo habían dicho, aunque no lo quise creer. Pero esa mañana, con un berre de no te menees le dije a mi madre que yo no quería aquello, que eso era útil, algo para la escuela, que yo quería un juguete...Y mi pobre madre me dijo que ya era mayor y tenía que entenderlo, que las cosas no iban bien en casa y eso me serviría para el colegio. Y que no había nada más.
Ahora lo pienso y me imagino cuánto debió dolerle a mi madre confesar semejante realidad. Y soportar mis morros y mi malhumor ( que, dicho sea de paso, era inversamente proporcional a mi persona )
En cuanto regresé a la escuela hice uso del maldito estuche pero jamás lo aprecié en su justa medida, y eso que era esplendido. En años posteriores alguna que otra vez le reproché a mi madre que me comprara eso por Reyes y ella se limitó a sonreír con indulgencia.
No sé por qué me ha venido dicho recuerdo a la mente estos días. Quizá porque hoy es el aniversario de la muerte de mi madre . O porque me horroriza cómo llenamos de regalos a los niños sin que lo aprecien lo más mínimo. Ahora soy adulta y entiendo el valor que posee un presente cualquiera, el detalle de que hayan pensado en ti, y sé que es lógico que un niño no caiga en ello; pero ¿ es necesario que tengan seis balones, diez camisetas de sus deportistas favoritos, quince deportivas diferentes, un móvil , una tablet?¿ Nos hemos chamuscado las neuronas los adultos? Hemos convertido el consumismo por sí mismo ( mira, rima) en parte de nuestras vidas. He visto niños con tantas cosas que se les olvida enumerarlas, o pasan de ellas tras la primera alegría de abrir el paquete. Y no he podido dejar de pensar en el rostro de esos niños de los campos de refugiados (¡ jo, ya llegó la aguafiestas! ) Pero sí, es que lo he pensado...Lo que darían por recibir aunque solo fuera un cobijo caliente...no ya un juguete.
¡Cómo de complicado es el mundo!
Mis disculpas por escribir como primera reflexión del 2017 algo medio lúgubre...¡Con lo que he disfrutados las fiestas, mecachis! Un abrazo desde aquí a mi familia y mis amigos. Han sido estupendas, de verdad. Plenas de amor, comidas y risas.
También eso querrían los niños refugiados.
Suerte que algunos nacimos en el lado afortunado de la ruleta.
Ruego a Dios que no se dé la vuelta porque dudo sinceramente que posea la fortaleza que ellos exhiben día a día para sobrevivir mientras nosotros les olvidamos.


Sé que estarías de acuerdo con esa reflexión, mami. Me ha salido del alma pero fuiste tú quien me enseñó a mirar el alma de los otros.

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