"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 15 de junio de 2017

Mo fàil


Mi nombre es Brenda Banner y me conocisteis como Bren en Mo duinne. Puede decirse que mi vida cambió cuando una española «pequeña pero matona» llegó a Greenrock , la fortaleza donde nací y me crié al ser mi madre la cocinera, para hacerse cargo durante un verano del ingobernable sobrino de nuestro jefe, Dylan MacDougall.
Nuestra vida no era especialmente excitante hasta que la vitalidad de Ana se filtró en cada habitante del castillo. Conquistó al taciturno Dylan, al irresponsable James, e incluso al estirado Malcom, el mayordomo más estricto del Reino Unido. De mi madre qué contar, se empeñó en cebar a aquella pequeña libertaria con la que discutía de clases sociales a pesar de adorarla y celebrar que pusiera alegría en nuestra existencia.
Por mi parte, conseguí una amiga y aliada. Supo captar mi interés por el díscolo James, pese a las reticencias de mi madre de mezclar empleados y señoritos, y logró que me subiera a unos tacones para asistir a mi primera inauguración de unas galerías de arte, que paseara en lujosos automóviles y que disfrutar del día más inolvidable de mi vida en el velero de los MacDougall. En él se gestó la primera novela de Ana y se afianzó mi amor por James.
¿El de él por mí? No sabría decir. Tonteaba con toda la que se pusiera delante y mantenía una relación con una pija de su pandilla llamada Marleen, a quien, por supuesto, siempre he odiado.
Desde aquel verano muchas cosas han cambiado. En los últimos diez años James y yo apenas hemos cruzado nuestros caminos. Dylan convirtió en realidad mi sueño de ser chef y ahora soy una reputada cocinera en Lyon, tras haber pasado varios cursos en una escuela de París, conviviendo con Marcus, mi novio. Ya no estamos juntos. Lo he cambiado por Caleb, un fotógrafo de ascendencia asiática.
James se marchó a Estados Unidos y allí parece muy feliz, preparándose para su esplendoroso futuro en una escuela de negocios tan pija como los amigos con los que se codea.
Ahora ambos hemos vuelto a casa.
He recibido una carta de Dylan, junto con su avión, porque mi madre…
Prefiero no contártelo. Lee esta novela y comprobarás cómo hemos evolucionado todos. Aunque no vayamos a hacer Historia, me temo que nos disfrutarás.

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