"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 13 de julio de 2017

A Coruña y las letras.


Siempre que acudo a un congreso de escritores lo hago desde la humildad. 
Para conocer a compañer@s, aprender de los que admiro y sentirme parte de un mundo fascinante  en el que la gente te demuestra – muchas veces con simples comentarios – lo creativos y brillantes que pueden llegar a ser.
En un ambiente donde la concurrencia lee mucho y escribe a la par es imposible no quedarte con la boca abierta, no tomar nota mental de qué libros quedan por devorar, qué autores faltan por añadir a la lista de favoritos.
Resulta satisfactorio cuando las personas que admiras por sus obras se muestran cercanas, dispuestas a compartir sus experiencias con naturalidad y te miran a los ojos sin suficiencia; te ofrecen pequeños retazos de su día a día y te hacen entender que son tan humanos para lo bueno y lo malo como tú, simple mortal. Y si ya son tímid@s resulta el colmo, porque te hablan como si no merecieran ocupar el pedestal que se han ganado con un trabajo bien hecho. (Eso, por cierto, deja en mal lugar a los que se dan aires de grandeza como si el resto del mundo les debiera algo. Pero allá cada cual).
Lo más gratificante para mí es poner voz y cara ( las fotos no hacen justicia la mayor parte de las veces) a amigos de las redes, a personas que nos seguimos por leernos aunque jamás nos hayamos visto. Es fantástico abrazar a aquellos   con quienes has mantenido arduas conversaciones y compartido emoticonos, prácticamente a ciegas.
Y al revés, conocer gente nueva y que te entren unas ganas locas de pillarte algo suyo para ver si se corresponde lo genial que te han resultado con su modo de expresarlo. Me ha sucedido con el asunto de la erótica. Yo, que no soy lectora del género, ahora tengo un listado tremendo. (Quizá lo notéis en mis futuras novelas)
No voy a dar nombres, para qué si ell@s ya saben que estuvieron allí, pero fue un placer coincidir con «las grandes», «las sabias», las «novedosas» ...
He reído, hablado – sigo afónica unos cuantos días después – bebido ( besos especiales para Raúl y Manolo) y disfrutado más que un crío en una feria.
Por cierto,no puedo concluir este artículo sin una mención especial a mi «incitadora» para acudir al congreso, la abogado esa que anda siempre con lecturas en la boca, y su hermana, excepcional conductora y mejor persona. Sin ellas, A Coruña, no hubiera sido sino un punto en el mapa. Ahora es un rincón cálido en mi corazón.


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