"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 14 de diciembre de 2017

Detrás de la puerta




Mi misión como duende detective de Papá Noel es asomarme a los hogares de los niños que escribieron cartas este año y comprobar si merecen o no los regalos que solicitaron.
Con toda la tranquilidad que da saberse invisible a los ojos humanos, atravesé la verja de la preciosa casa de la cual llevaba la dirección, pisoteé la nieve del engalanado camino y me colé por una de las ventanas que habían dejado entreabierta. El interior de la vivienda era tan bello como las guirnaldas que decoraban la entrada.
Ni un ruido me acogió. Subí las escaleras en espiral hasta la segunda planta y me topé con un señor sentado frente a un ordenador, ataviado con ropa de trabajo, aunque era sábado. En el dormitorio siguiente una señora se debatía ante ocho vestidos de fiesta, desechándolos de malos modos. En el contiguo, una adolescente con cascos se maquillaba delante de un espejo dorado, atendiendo mensajes de wassap a la vez. En la del rincón, una habitación de recargado diseño, un niño de cinco años miraba al techo con los ojos tristes.
De repente, casi me caí del empellón que dio la puerta al abrirse. La traspasó una señora gordita, con delantal y cofia, cargada con una bandeja y una gloriosa sonrisa. Su piel aceitunada y sus rasgos delataban su origen. Al niño se le iluminaron los ojos claros.
Entonces comprendí el único deseo de la carta, el que nos había dejado intrigados y por el que me enviaron a investigar: «un permiso de residencia»
Me froté las manos y salí a escape. Corría prisa poner en marcha el engranaje de los milagros, pero...¡ nadie como Noel para ese tipo de asuntos!










No hay comentarios:

Publicar un comentario